Hay muchas cosas en la vida y obra de Georges Perec, por ejemplo: una infancia
huérfana, lugares (París, Sfax, el Moulin d’Andé, Ellis Island…), libros, muchos libros,
ajenos y propios, los suyos siempre distintos, «prodigiosamente amenos», una perilla
enorme, una cónyuge, una pareja, una película, dos obras de teatro, dos premios
importantes, tres psicoterapias, doscientas habitaciones, gatos, cigarrillos (que siempre
sostenía entre los dedos corazón y anular), viajes en tren, saltos en paracaídas, listas
infinitas, juegos de palabras, ojos saltones, una memoria prodigiosa aunque magullada,
amistades, la a, la i, la o, la u, pero nunca la e, crucigramas, rompecabezas, máquinas de
escribir cuyas teclas golpeaba con frenesí hasta las tantas de la madrugada, el
cementerio del Père-Lachaise, plazas, por ejemplo, la de Saint-Sulpice…
En Por qué Georges Perec, Kim Nguyen escribe doscientas treinta y seis respuestas que
leídas en conjunto conforman una especie de retrato poliédrico de «una de las
personalidades literarias ?según Italo Calvino? más singulares del mundo».