Owen Mackenzie vive un tranquilo retiro en la comunidad de Haskells Crossing, en Massachusetts, junto a Julia, su segunda mujer, y sin embargo no puede evitar volver los ojos hacia el pasado. Casado dos veces y padre de cuatro hijos, su empresa de informática le ha procurado una existencia confortable, pero los recuerdos le llevan a su infancia en el pueblecito semi rural de Willow, a su adolescencia y, sobre todo, a los habitantes de las pequeñas ciudades en las que ha vivido, en particular a las mujeres que siempre le han rodeado: madres, muchachas, esposas, amantes… Sin duda, ellas no sólo lo iniciaron y lo guiaron por la geografía del deseo, sino que también lo despojaron de toda inocencia. Aunque ya de niño Owen sintió que bajo la soleada superficie de lo cotidiano se abría un abismo, siempre tuvo la sensación de que vivía una existencia maravillosa: quizá la vida no haya sido ni una cosa ni la otra, sino algo así como un sueño imperfecto.