Fronteras de posesión analiza la formación de las fronteras entre España y Portugal tanto en Europa como en América Latina desde el Medioevo hasta la Edad Moderna. Cuestiona la narrativa habitual que afirma que las demarcaciones nacionales eran sustancialmente el producto de la guerra y de la actividad diplomática. En su lugar, estudia la negociación e imposición, a veces de manera violenta, de derechos territoriales entre agentes que reclamaban antiguas o deseaban nuevas posesiones: campesinos, nobles, eclesiásticos, misioneros, colonizadores e indígenas. Herzog describe ambas orillas del Atlántico como un único espacio imperial. Empieza con las Américas, donde era preciso decidir quién podía asentarse y dónde, quién podía recolectar fruta o cortar madera, y quién tenía derecho de navegación y comercio. La presencia de los indígenas, considerados como enemigos a vencer o como amigos con los que aliarse, junto con la enormidad del continente, complicó estas dinámicas, al igual que lo hizo la promesa de una riqueza ilimitada. Mientras tanto, en Europa, la formación y reconstrucción de las fronteras fue un proceso secular, en el que distintos derechos inmemoriales se contradecían entre sí y se interpretaban de manera diferente por causa de circunstancias económicas y políticas que estaban en continua mutación y de la aparición de nuevas doctrinas jurídicas. Herzog demuestra que en ambos lados del Océano el control territorial estaba siempre sujeto a negociaciones, en la medida en que vecinos y extranjeros, amigos y enemigos, definían en sus interacciones cotidianas tanto quiénes eran como cuáles eran sus territorios.